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Gastronomía y ocio nocturno en la capital

Un destino gastronómico inigualable
Madrid, Spain

Madrid es una, pero está hecha de gente que ha llegado de toda España. Madrid acoge a todos dejando que sigan siendo andaluces, vascos, gallegos. Dejan que sigan siendo lo que eran cuando llegaron. Los “madriles” se refleja en su variada oferta gastronómica. Además de sus propias especialidades, como los callos o el cocido, están presentes como en ninguna otra ciudad de España las diferentes y ricas cocinas del país: las mejores paellas, los mejores guisos. Y aunque la ciudad no tiene mar, se dice que aquí se encuentra el mejor pescado y marisco de España. Madrid tiene 22 restaurantes con al menos una estrella Michelin y Four Seasons Madrid cuenta con Dani Brasserie, de la mano prestigioso y galardonado Chef Dani Garcia. Un espacio en que la gastronomía y las vistas harán el deleite de los comensales, así como el restaurante Isa, un espacio ecléctico en el que se combina cocina de inspiración asiático-mediterránea con coctelería de autor. Madrid cuenta además con una gama de opciones para disfrutar de una rica y variada oferta: desde las modestas tabernas, tascas y mesones centenarios, bares de tapas, terrazas, restaurantes de solera y nuevos templos gastronómicos de vanguardia donde degustar las últimas tendencias locales, regionales, nacionales e internacionales.    

La noche madrileña

Hay quien dice que el símbolo de Madrid no tendría que ser un oso, cuya estatua se encuentra precisamente a un paso de Four Seasons Hotel Madrid, en la emblemática Puerta del Sol. No tendría que ser un oso sino un búho o una lechuza. Madrid es una ciudad muy noctámbula, una de las más animadas de Europa cuando se encienden sus farolas y una de las que más tarde se va a dormir.

Las verbenas y fiestas populares en los barrios más castizos terminan de madrugada. En la noche madrileña hay tertulias, hay atascos, hay música y baile, hay espectáculos y animación. Como dato curioso, Madrid tiene aproximadamente 15.000 bares y muchos cierran cuando en la mayoría de las grandes ciudades europea no se oye ni un ruido por la calle. Y tras esa noche que nunca termina, se impone el desayuno más castizo. Un chocolate con churros en San Ginés como manda la tradición.